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Historia

Las aplicaciones pacíficas de la energía nuclear en México no son una actividad nueva. Además de la utilización de los rayos X desde el último lustro del siglo XIX, existen evidencias del uso de las radiaciones y radioisótopos para actividades médicas desde la segunda década de este siglo, tarea que se fortaleció durante los años cuarentas, junto con las gammagrafías para uso industrial. Dada la importancia del rubro, las tareas de investigación y formación ciencias nucleares, dieron principio formalmente en la década de los cincuentas.

El entusiasmo de distinguidos investigadores mexicanos, donde sobresale el nombre de Nabor Carrillo Flores, culminó con la fundación el 1º de enero de 1956 de la Comisión Nacional de Energía Nuclear (CNEN), con dos campos de interés: las aplicaciones energéticas y no energéticas y los estudios en ciencias nucleares.

Para esta Comisión, el entonces presidente Adolfo Ruiz Cortínez nombró al licenciado José María Ortiz Tirado, como presidente y a los doctores Nabor Carrillo Flores y Manuel Sandoval Vallarta, como vocales. Además de estos personajes, el Consejo Consultivo quedó integrado por los doctores Carlos Graef Fernández, Alberto Barajas Celis, Fernando Alba Andrade, el maestro José Mireles Malpica y los ingenieros Eduardo Díaz Lozada y Jorge Suárez Díaz.

Los programas con los que inició la CNEN fueron nueve: Física nuclear, Educación y Capacitación, Seminarios, Reactores, Radioisótopos, Aplicaciones Industriales de la radiación, Agronomía, Genética y Protección radiológica.


Durante la década de los sesentas, el proyecto científico más importante de México fue la construcción del Centro Nuclear en Salazar, Estado de México, iniciada en 1964. Tan solo dos años después, se contaba ya con un acelerador de iones positivos Tandem Van de Graaff y en 1968 con un reactor TRIGA Mark III, lo que, aunado a otros laboratorios, dotó al Centro Nuclear de instalaciones únicas en el país.

En 1972, la CNEN cambió su nombre a Instituto Nacional de Energía Nuclear y en 1979 con la emisión de la Ley Nuclear (reglamentaria del artículo 27 constitucional sobre la materia), la institución se transformó para crear la Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguardias, el Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares, Uranio Mexicano (ya desaparecida) y la Comisión Nacional de Energía Atómica (que nunca entró en función).

Sin embargo, al cambiar de nombre, no varió el objetivo para el que fue creada nuestra institución y que hasta la fecha ha prevalecido: planear y realizar investigación y desarrollo en el campo de las ciencias y tecnologías nucleares, así como promover los usos pacíficos de la energía nuclear y difundir los avances para vincularlos al desarrollo económico, social, científico y tecnológico del país.


Última modificación
12/09/2016 por Webmaster

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